Dios Padre de nuestros ancestros, desde hace tiempo sabemos que tu corazón está con los refugiados y migrantes.
Que naciste entre nosotros en una familia de refugiados, quienes huyeron de la violencia de su tierra natal, y que luego recogieron a su niño hambriento para huir un país extranjero.
Su clamor, Tu clamor, resuena a través de los tiempos: ¿Me dejas entrar?
Danos corazones sensibles que se abran cuando nuestros hermanos y hermanas recurran a nosotros con ese mismo clamor.
Entonces seguramente todas estas cosas sucederán:
Los odios ya no se volverán sordos a sus voces,
Los ojos verán un momento de gracia en lugar de una amenaza, y las lenguas no serán silenciadas, sino que defenderán una causa.
Y las manos se extenderán, trabajando por la paz en su tierra natal, trabajando por la justicia en las tierras en las que buscan un refugio seguro.
Señor, protege a todos los refugiados y migrantes.
Que puedan encontrar un amigo en mi, y así hacerme digno del refugio que he encontrado en ti. Amén
(Rezar un Padre Nuestro y una Ave-María)